domingo, noviembre 29, 2009

Por Jodorowsky

Dejo que mis partes hablen
pero yo soy mucho más que la suma de esas partes.
Soy el silencio eterno que las anima,
la paz del abismo sin límites,
el impensable diamante que anida en tu alma.

[...]
¿Quién se atreve a definirme? Con mis zapatos rojos
borro todas las fronteras.
[...]
Como las nubes sin cesar me transformo.
[...]
A veces me siguen fugaces recuerdos de lo que he dejado atrás
en mi carrera incesante por no perder la inocencia primera,
allí donde no existen cualidades ni reputación ni leyes
ni nombre ni sexo ni edad ni país ni tradición ni historia.
Sin preocuparme dejo entrar en mí mismo
los innumerable aspectos de mi ser.

[...] Sé que al lanzar una piedra hacia el confín remoto
he de verla llegar un día a la palma de mi mano. [...]

¿Si perdido en la selva de los valores falsos no me encuentro a mí mismo, qué puedo ser?
¿Si atrapado en el puerto interior no tomo la ruta del infinito, hacia dónde voy?
¿Si prisionero del ilusivo tiempo no me disuelvo en un presente eterno, dónde estoy?

[...] Éste es el cuerpo eterno y sin límites que te ha sido prometido.
Si tú no eres, no hay otro. Si el otro es tú, ya no es él.
Si tú eres el otro, estás solo. Si no estás con el otro, te destruyes.
Si el otro no está contigo, a su vez se destruye.
Si ambos están juntos, entonces cada uno es Yo.

[...] La espada que me hiere es aquella que me cura.

[...] como heridas que en vez de sangre dan espigas [...]

[...] te sumerjo en la clausura para que estés por fin delante de ti mismo [...]



Alejandro Jodorowsky. Yo, el tarot.

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